01 marzo 2005

Una Segunda Oportunidad

Había un hombre muy rico que poseía muchos bienes, una gran estancia, mucho ganado, varios empleados, y un único hijo, su heredero. Lo que más le gustaba al hijo era hacer fiestas, estar con sus amigos y ser adulado por ellos. Su padre siempre le advertía que sus amigos sólo estarían a su lado mientras él tuviese algo que ofrecerles; después, le abandonarían.

Un día, el viejo padre, ya avanzado en edad, dijo a sus empleados que le construyeran un pequeño establo. Dentro de él, el propio padre preparó una horca y, junto a ella, una placa con algo escrito:

"Para que nunca desprecies las palabras de tu padre"
Mas tarde, llamó a su hijo, lo llevó hasta el establo y le dijo: Hijo mío, yo ya estoy viejo y, cuando yo me vaya, tú te encargarás de todo lo que es mío... Y yo sé cual será tu futuro. Vas a dejar la estancia en manos de los empleados y vas a gastar todo el dinero con tus amigos. Venderás todos los bienes para sustentarte y, cuando no tengas más nada, tus amigos se apartarán de ti. Sólo entonces te arrepentirás amargamente por no haberme escuchado. Fue por esto que construí esta horca. ¡Ella es para ti! Quiero que me prometas que, si sucede lo que yo te dije, te ahorcarás en ella.

El joven se rió, pensó que era un absurdo, pero para no contradecir a su padre le prometió que así lo haría, pensando que eso jamás sucedería.

El tiempo pasó, el padre murió, y su hijo se encargó de todo, y así como su padre había previsto, el joven gastó todo, vendió los bienes, perdió sus amigos y hasta la propia dignidad. Desesperado y afligido, comenzó a reflexionar sobre su vida y vio que había sido un tonto. Se acordó de las palabras de su padre y comenzó a decir: ¡Ah!, padre mío... Si yo hubiese escuchado tus consejos... Pero ahora es demasiado tarde.

Apesadumbrado, el joven levantó la vista y vio el establo. Con pasos lentos, se dirigió hasta allá y entrando, vio la horca y la placa llenas de polvo, y entonces pensó: Yo nunca seguí las palabras de mi padre, no pude alegrarle cuando estaba vivo, pero al menos esta vez haré su voluntad. Voy a cumplir mi promesa. No me queda nada más...
Entonces, él subió los escalones y se colocó la cuerda en el cuello, y pensó: ¡Ah!, si yo tuviese una nueva oportunidad...

Entonces, se tiró desde lo alto de los escalones y, por un instante, sintió que la cuerda apretaba su garganta... Era el fin.

Sin embargo, el brazo de la horca era hueco y se quebró fácilmente, cayendo el joven al piso. Sobre él cayeron joyas, esmeraldas, perlas, rubíes, safiros y brillantes, muchos brillantes... La horca estaba llena de piedras preciosas. Entre lo que cayó encontró una nota. En ella estaba escrito:
"Esta es tu nueva oportunidad. ¡Te amo mucho! Con amor, tu viejo padre"

Dios es exactamente así con nosotros. Cuando nos arrepentimos, podemos ir hasta él. El siempre nos dá una nueva oportunidad.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanto la historia, y me hizo pensar en mi situacion, por una u otra cuestion creo que siempre llega el momento en que necesitamos esa "segunda oportunidad" afortunadamente o gracias a Dios, yo la tuve, no me calleron joyas ni diamantes de una viga en el techo, pero si me llego un poco de sabiduria para no cometer los mismos errores y apreciar mas lo que tengo, esta historia puede ser de muchos o la mayoria de nosotros que nos damos cuenta de las cosas hasta que no nos queda otra que ahorcarnos.
gracias wid......

Anónimo dijo...

que bonita reflexion en este momento esty pasand por una situacion dificil y tengo la fe de tener esa segunda oportunidad para hacer un cambio total.

Anónimo dijo...

Tienes mucha razón

Anónimo dijo...

Dios nos da todos los dia no, solo una y dos oportunidades si no muchas y no nos damos cuenta.

Anónimo dijo...

Debemos de pensar antes de actuar y no desaprovechar las oportunidades

Valentin Huaman Rojas dijo...

Excelente narración: Yo la escuché de mi padre cuando yo era niño (año 1955) además mi padre añadía: "Con el dinero que consiguió por las piedras preciosas, volvió a comprar todas las propiedades que había malbaratado, aunque le costaron más de lo que él recibió; recuperó todo lo que le había dejado su padre. Sus amigos (que se habían alejado de él cuando estaba en la ruina, al ver que de nuevo tenía muchas posesiones volvieron a buscarlo. El nuevo joven con la experiencia adquirida invitó a todos estos amigos a un gran banquete. Estando la mesa servida con lujosa vajilla puso al frente de cada "amigo" un plato hermoso servido pero cubierto con una tapa de tal manera que no se podía ver el contenido del mismo. Queridos amigos --empezó diciendo el joven-- pueden destapar sus platos y servirse, buen provecho... Al levantar cada uno la tapa de su plato se encontró que solo había un hueso en cada plato. --Esto es una burla protestaron todos-- Pero el joven les explicó: Mientras yo tenía muchas posesiones ustedes me buscaban y estaban siempre conmigo (del mismo modo que les agrada una buena presa con mucha carne); pero cuando perdí todo lo que tenía, malgastándolo con ustedes mismos... Todos me abandonaron y me despreciaron así como a este hueso sin carne que tienen frente a ustedes. Bien decía mi padre que ustedes no eran buenos amigos. Así que salgan de mi casa, no quiero volver a verlos.

Irene dijo...

Muy bueno. Gracias.

Unknown dijo...

M dieron ganas de llorar

Unknown dijo...

Estas historias son muy bellas y ayudaran a muchas personas que ante pensaba que muchas cosa que pasan son suerte pero bien no es suerte amigo dios siempre esta contigo en eso mometos mas difisiles y alli alado bas atener una segunda oportunidad aprobechala siempre